viernes, 8 de febrero de 2013

Egipto: más luchas y más organización para hacer la revolución

Los medios de comunicación de masas hace meses que enterraron el proceso revolucionario abierto en Egipto, que en estos días cumple su segundo año. Con su guión ya escrito han tratado desde el principio de crear en la opinión pública la clásica visión del stablisment capitalista sobre las revoluciones. Según ellos las revoluciones son manipulaciones de las masas por parte de líderes o ideas fanáticas que, inevitablemente, desembocan en el ascenso de tiranos. Con mala intención, pero también con una gran ignorancia, unen estos aspectos al racismo hacia las personas musulmanas, creando una mezcla perfecta para crear su sentido común.

Tristemente, parte de la izquierda se une a este coro. La victoria electoral de los Hermanos Musulmanes, representa para algunos sectores la islamización de la sociedad egipcia y, en consecuencia, el enterramiento de esta revolución (para otros ni siquiera existió la misma).

Sin embargo, hay otras lecturas acerca de los acontecimientos que están ocurriendo en Egipto y que parten del movimiento revolucionario del país, en especial de la organización Socialistas Revolucionarios.

Egipto como laboratorio y resistencia al capitalismo global

Desde el ascenso de Sadat a la presidencia del país, y en especial de Mubarak a principios de los 80, Egipto pasó a ser uno de los principales laboratorios de pruebas del neoliberalismo a nivel mundial. La aplicación de tales planes sólo fue posible gracias a estructuras dictatoriales, en la misma línea que los instaurados en el Chile de Pinochet.

Desde el principio el régimen se encontró con resistencias a sus planes de desposesión de las mayorías, pero fue a partir sobre todo del año 2000 cuando reivindicaciones económicas contra dichos planes se combinaron explosivamente con reivindicaciones políticas, como el apoyo a la causa palestina, la oposición a la guerra de Irak, la libertad sindical o la lucha por la democracia. Con la peor crisis económica del capitalismo desde los años 30, todo esto culminó en la Revolución Egipcia, que comenzó y continúa desde enero de 2011.

Pero tras esta puesta en contexto, es necesario dejar claro la posición del gobierno de los Hermanos Musulmanes con respecto a la agenda de los grandes capitalistas internacionales. Desde el principio, el presidente Mursi y su gabinete han dejado claro su compromiso con los grandes capitalistas internacionales, de ahí el préstamo de 4.800 millones de euros (el mayor programa de este organismo fuera de la eurozona) que el FMI dejará al país en contrapartida de más privatizaciones y fin de subsidios.

Ante este panorama, las demandas básicas de la revolución de “pan, libertad y justicia social” no tienen cabida en el actual contexto de relaciones políticas a nivel internacional. Los capitalistas a nivel mundial no pueden consentir ni la más básica de las reformas que puedan favorecer a la clase trabajadora y a la población empobrecida del mundo, debido al contexto de crisis económica del sistema. Recuperar sus tasas de ganancias es importante, pero esto hay que unirlo a las implicaciones que tendría en una región estratégica la victoria de la revolución en un país como Egipto. El país del Nilo es el estado africano con la clase trabajadora más numerosa y experimentada, sus victorias podrían ser un ejemplo para las personas oprimidas por el capitalismo en todo el mundo.

Oportunidades para las movilizaciones desde la base

El contexto de lucha en el país no deja de ser abrumador. Asistimos al mayor ascenso de luchas obreras desde los años 40 del pasado siglo. En 2011 sectores como el profesorado, el personal sanitario, las obreras y obreros del textil, etc., protagonizaron huelgas masivas y combativas. Tras el ramadán de 2012, tuvieron lugar más de 1.500 huelgas en muy variopintos sectores del mundo del trabajo.


En total, más de 4.000 protestas sociales, huelgas y ocupaciones tuvieron lugar el año pasado en el país. La situación no es distinta, en cuanto a nivel de luchas, de situaciones revolucionarias como las de Chile en el 73, Portugal en el 74, Irán en el 79 o Polonia a inicios de los 80.

Asimismo asistimos a una explosión de la militancia sindical y política. La Federación Egipcia de Sindicatos Independientes contabiliza más de 2,5 millones de miembros desde su fundación en enero de 2011. La organización de los Socialistas Revolucionarios también ha aumentado su militancia y su influencia, así como otros grupos de distinta inspiración nacidos a partir de la revolución de enero de 2011.

Sin embargo, la influencia de la izquierda en los movimientos de base aún es limitada. El lamentable papel de organizaciones como el Partido Comunista de Egipto sosteniendo a tiranías y capitulando a la burguesía “progresista” no ha ayudado mucho en este sentido. Por otra parte, el Partido Democrático de los Trabajadores, impulsado entre otros por los Socialistas Revolucionarios poco después del derrocamiento de Mubarak, fue desinflándose con el tiempo. Las protestas en las últimas semanas no han hecho más que recrudecerse.

Durante las últimas semanas de enero, el juicio a los supuestos causantes de la masacre en el estadio de Port Said de febrero de 2012 ha sacado a miles de personas a la calle en dicha ciudad y otras ciudades del país. La represión del estado ha sido brutal, con más de 50 muertos en la ciudad, entre ellos un joven de 17 años, militante de los Socialistas Revolucionarios, que fue abatido por un francotirador de la policía al que intentaba fotografiar.

El pasado viernes 1 de febrero, miles de personas marcharon al Palacio Presidencial en El Cairo, en protesta por la represión y las promesas incumplidas de la revolución. Liderados por jóvenes, atacaron el Palacio y de nuevo tuvieron que soportar la represión del estado.

Ante este panorama se abren varias posibilidades. La canalización del descontento bien puede ser a través del gobierno o la oposición pro capitalista del Frente de Salvación Nacional (donde entre otros está el partido de El Baradei, ex responsable de la OIEA, o Amr Musa, ex ministro de Exteriores de Mubarak) o bien que se fortalezca el movimiento popular, en un gran frente unitario revolucionario, donde el mundo del trabajo determine en gran parte la agenda del mismo. Asimismo, el fortalecimiento de la izquierda revolucionaria será clave para hacer avanzar el proceso y ganar a las grandes mayorías, muchas de las cuales constituyen la base decepcionada de los Hermanos Musulmanes.

Publicada en la web de En lucha: http://www.enlucha.org/site/?q=node/18287

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