domingo, 23 de diciembre de 2012

La sonrisa del flamenco de S.J. Gould

El autor del presente libro, Stephen Jay Gould ha sido una de las mayores eminencias en el terreno de la paleontología del pasado siglo XX. Es destacable su contribución al desarrollo del pensamiento evolucionista, pues fue junto a Niles Eldredge coautor de una de las mayores aportaciones teóricas a dicho pensamiento prácticamente desde las ideas de Charles Darwin en el siglo XIX; se trata de la teoría que ellos denominaron “Teoría del equilibrio puntuado”. El fundamento y la polémica que trae dicha aportación teórica es que cuestiona las bases en las que se fundamentan las ideas del darwinismo ortodoxo sobre la evolución, que exponen que la misma se desarrolla en una uniformidad del ritmo de cambio evolutivo. Asimismo no sólo fue un gran teórico de la paleontología; obras suyas como “El pulgar del panda” o “Dientes de gallina y dedos de caballo” han permitido acercar la historia natural a una gran parte de la población profana en dicha materia y en los conocimientos estrictamente científicos.

En el libro que aquí nos ocupa es interesante destacar especialmente 2 capítulos, uno que argumenta que el racismo justificado por una supuesta desigualdad natural en las capacidades y/o habilidades de las distintas “razas” (fenómeno prácticamente desechado hoy en día debido a la increíble igualdad entre todos los seres humanos que no son suficientemente distintos para distinguir entre ellos razas como en otros animales) carece no sólo de una justificación moral, sino que desde el punto de vista científico carece de ninguna base sólida en vista al registro fósil que deja en evidencia que todos los seres humanos descendemos de una pequeña población africana, de ahí el gran parecido génico de todos los seres humanos entre sí de las distintas “razas” y las pocas diferencias superficiales entre ellos como puede ser el color de la piel. En el otro capítulo que he destacado habla del gran embriólogo Ernest Everett Just, quién aportó una gran comprensión al conocimiento de las membranas celulares, sin embargo topó con el ostracismo y la falta de apoyo a sus trabajos por tratarse de un negro en los Estados Unidos de los años 20 y 30 del pasado siglo.
 
 
 Asimismo también son destacables capítulos en los que realiza profundas críticas a las teorías pseudo científicas que tratan de justificar las desigualdades sociales basándose en la composición génica de los individuos (bien avenidas en los 80 para justificar el reaganismo y thatcherismo y su represión hacia las clases más desfavorecidas) o su defensa de que la extinción de los dinosaurios y otras criaturas del Mesozoico (Era Secundaria) fue por la colisión de un meteorito (de ahí la capa de iridio un mineral escasísimo en la Tierra y abundante en los meteoritos y en los estratos que separan el final de la Era Secundaria de los inicios de la Terciaria) en lo que hoy es actualmente el sureste mejicano, hoy ampliamente aceptada por la comunidad científica.

Por otro lado destacar que Gould fue un firme opositor a la intervención imperialista de Estados Unidos en Vietnam, participando junto a otros científicos en la plataforma “Ciencia para el Pueblo” (Science for the People). Finalmente quisiera acabar esta reseña con una frase de Marx que cita Gould en este libro y que quiere reflejar lo que la ciencia era para este científico fallecido en 2002 “Hasta el momento los filósofos no han hecho más que interpretar el mundo de diversas maneras; de lo que se trata no obstante, es de cambiarlo”. 

miércoles, 19 de diciembre de 2012

El fin del mundo tal como lo conocemos


Fanáticos pseudorreligiosos y otros de su calaña, que proliferan en el contexto de desesperación general actual, así como medios de comunicación supuestamente serios, nos llevan martilleando desde hace tiempo con el fin del mundo. Más allá de la ignorancia de dichos canales de propaganda, en este caso la supuesta profecía maya, juega el mismo papel que ya jugaron en el pasado fenómenos como el que iba a ser el efecto 2000 (que paralizaría la tecnología mundial y acabaría con la civilización): rentabilidad para parte de unos pocos a costa de la desesperación de muchos y desviación de la atención de otros menesteres.

Lo que sí ya nadie puede negar es el cambio de era al que asistimos. No es porque Dios mande unas plagas porque somos muy malos o nos destruya una civilización alienígena, el problema se llama capitalismo. Para el 99% (o quizás sería más preciso puntualizar, para el 90%), debido al funcionamiento irracional y nefasto de este sistema (no funciona sólo, lo manejan una minoría de grandes empresarios, banqueros, políticos a su servicio y colaboradores) puede despedirse ni siquiera de soñar con el capitalismo precrisis.

Por que no hablamos de una crisis cualquiera, que acabará y entonces volveremos a vivir como antes (dicho sea de paso, antes también había paro, precariedad, explotación laboral, pobreza, etc., incluso en el Estado español). El sistema capitalista, lleva desde hace décadas creando burbujas financieras para contrarrestar la tendencia a la caída de la tasa de ganancias del propio sistema (es decir la relación inversión/ ganancia para el conjunto del sistema) y dichas burbujas como no podía ser de otra manera, acaban todas reventando.

Desde mi punto de vista, dado el desarrollo productivo alcanzado por el sistema, no puede dar más de sí. Aunque jugó un rol progresivo con respecto a los sistemas socio-económicos que le precedieron, el capitalismo hoy en día es un muerto en vida, no puede ofrecer más desarrollo, más bienestar, para la mayoría de la población mundial y es absolutamente incompatible con la conservación del medio ambiente.

Eso no quiere decir que pasado mañana vaya a caer. La fe ciega en la búsqueda de beneficios puede hacer que a través de una guerra a terceros países, más burbujas, o la guerra social a la que nos someten, el capitalismo no sea sometido. Mientras tanto y no hay vuelta atrás, no seamos ilusos al pensar que tendremos sanidad como la de antes, educación como la de antes, puestos de trabajo como los de antes, etc. (dicho sea de paso muy mejorables). La jornada de 8 h., las vacaciones pagadas, el trabajo para toda la vida, poder tener una vivienda digna o simplemente poder trabajar, son cosas del pasado. Y resultado de ésto, las relaciones personales, afectivas o las familiares cambian en consecuencia; no poder hacer una vida en común con alguien porque no hay medios económicos, la emancipación e independencia completa que nunca llegan, etc.

No soy apocalíptico ni dramático, sólo opino de lo que leo y discuto sobre el funcionamiento del mundo. Y creedme, la derrota no está asegurada, su victoria (la de los de arriba) no está escrita. No tengáis miedo a que el mundo desaparezca el 21 de diciembre (sé que la mayoría no os creéis esa chorrada), nunca tengáis miedo. Pero ser conscientes que si no nos movemos y hacemos algo, nuestras vidas van a ser muy difíciles, similares a las de muchas personas que vivieron la posguerra en este estado. Tenemos un mundo por ganar, hagamoslo posible.

domingo, 2 de diciembre de 2012

¿Uno o dos estados?

El pasado 29 de noviembre Palestina fue reconocida como estado no miembro de las Naciones Unidas. Más allá de que cualquier persona que apoye la causa palestina salude este hecho (como derrota diplomática y poco más de los estados imperialistas), no es ni mucho menos el fin al problema que sufre el pueblo palestino, ni siquiera el principio del fin.

En el artículo que sigue en estas líneas muestro mi opinión sobre cuál sería la solución a la opresión que sufre el pueblo palestino.
Pocas semanas antes de la última agresión del Estado de Israel en la Franja de Gaza, Mahmud Abbas, presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), pidió en las Naciones Unidas (ONU) que Palestina pasara de “estado no miembro” a “estado observador”. Por otro lado, Hamas, que gobierna en la Franja de Gaza, aunque sigue declarando que no reconoce la solución de los dos estados, ha dejado caer en los últimos tiempos que aceptaría una declaración de estado palestino en los actuales territorios de la ANP. La izquierda palestina que históricamente rechazó la solución de los dos estados, se encuentra sumamente debilitada.

¿Cuáles son los problemas de la solución actual preconizada por las instituciones y clase dirigente palestina, así como Israel y sus aliados? Un estado palestino con los actuales territorios estaría completamente aislado entre sí mismo y controlado por Israel para ir de una parte a otra del territorio. Por otro lado, los centenares de miles de palestinos expulsados durante décadas por los sionistas de la Palestina histórica, no podrían regresar a su hogar, ocupado por el estado racista de Israel. Por último, la actual población palestina en el Estado de Israel, un 20 % del total, podría ver intensificada el estado de apartheid al que es sometida. En ningún caso mejoraría su actual situación con la naturaleza del Estado israelí.

La única solución viable para el pueblo palestino no pasa por el reconocimiento por parte de la ONU de un estado resquebrajado y dependiente del estado sionista. Tampoco pasa por una liberación desde “arriba” por parte de los mártires de Hamas u otras organizaciones armadas en nombre de todo el pueblo, como tampoco vale un reconocimiento como estado por parte de Irán, o cualquier dictadura del mundo árabe. La salida para el pueblo palestino y la consecución de una paz definitiva, pasa por la consecución de un solo estado en la Palestina histórica; un estado laico, democrático y popular. Una solución que acabaría con el actual estado racista y antidemocrático que es Israel.

También parecían quimeras las revoluciones árabes, las mismas que han derrocado dictadores y continúan en la búsqueda de la justicia social. Sólo con el fortalecimiento y la extensión de dichas revoluciones, se debilitaría el Estado de Israel, y con el apoyo de todos los pueblos árabes ya liberados, la libertad y la justicia social en Palestina estarían más cerca.


El artículo aparece en el periódico de la organización En lucha de diciembre de 2012, http://www.enlucha.org/site/?q=node/18004